Análisis de Flynn: Son of Crimson – Una aventura al estilo clásico que luce tan bien como se juega

Ya van unas cuantas veces en las que empleo las introducciones para hablar de esos quebraderos de cabeza que son los géneros. Y no es para menos; intentar definir los límites y los títulos que corresponden a cada etiqueta es una tarea ardua, tediosa y desagradecida, especialmente si tenemos en cuenta que cada cierto tiempo aparecen títulos que o bien crean nuevas categorías o bien desdibujan las fronteras de las ya existentes. Y pese a que no suelo fijarme en el pasado pasándole el filtro de la nostalgia – más bien al contrario -, sí encuentro reivindicable la sencillez con que se categorizaban los títulos cuando la industria daba sus primeros pasos. Simples pero contundentes etiquetas como «acción», «deportes», «plataformas» – pero el Shinobi era «de ninjas», importante distinción – eran toda la descripción que necesitábamos, junto a una colorida portada, para saber qué nos aguardaba. El resto era cosa nuestra. Así las cosas, un juego como Flynn: Son of Crimson, con su vibrante mezcla de combate, plataformas y exploración, hubiera entrado limpiamente en la categoría de «aventuras».

Y no sólo sus mimbres jugables caen en esa categoría, pues Flynn: Son of Crimson nos plantea un contexto tan sencillo como noble, que facilita sumergirse rápidamente en la acción. De la mano del estudio Thunderhorse y Humble Games nos trasladaremos a Rosantica, una apacible región donde los pajarillos vuelan sin preocupaciones, las nubes se levantan y, en general, sus habitantes viven una apacible existencia. Si no nos encontráramos frente a un videojuego podríamos confiar en que nada trastocaría su pacífico devenir, pero, claro, de algún hilo había que tirar para vivir aventuras. Es por ello que pronto hacen acto de presencia El Azote y la puesta en marcha de sus planes de conquista de Rosantica los cuales, por desgracia, tendrán como primera baja a la mascota de Flynn, Rex. Con lo que no contaba este malvado villano es que al herir a la pobre Rex despertaría los poderes latentes de un Flynn que, sin otra salida, se lanza a luchar contra los lacayos de El Azote para salvar a su malherido compañero de aventuras y, de paso, liberar a su región de semejante villano. Voto a bríos, yo os maldigo, El Azote… antes de que cambie la Luna probarás el filo de mi ropera carmesí.

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