Análisis de I Am Your Beast – Una de las propuestas indie más potentes del año

No creo que sorprenda a nadie si afirmo que uno de mis géneros favoritos es el thriller de espionaje. Agentes dobles, tapaderas comprometidas, traiciones y operaciones encubiertas son el caldo de cultivo perfecto para levantar densos y complejos entramados alrededor de temas tan espinosos como la asimetría en el poder, la pérdida de la propia identidad o la coacción apelando a un bien mayor… en el caso de que los autores dominen el género, claro está. Si las premisas y la ejecución flaquean, asistimos a un desfile de personajes de cartón piedra cuyas heroicidades – acompañadas de patrióticas explosiones y justicieros tiroteos – intentan apelar más a nuestros instintos que a la razón. Desde luego, no seré yo el que niegue la potencial fuerza catártica que un tiroteo, una persecución o una explosión – todas ellas ficticias, claro está – pueden tener al dejarse caer por la pantalla, pero ya que aquí nos movemos en el ámbito del videojuego tenemos que aspirar a más: a reivindicar que la diversión no está reñida con la reflexión. O, al menos, no demasiado.

Que es, precisamente, lo que consigue I Am Your Beast.

Desarrollado por Strange Scaffold, I Am Your Beast nos pone en la piel del ex-operativo de la I.O.E. (Iniciativa de Operaciones Encubiertas) Alphonse Harding. Y si digo “ex” es porque Harding está avistando pajarillos, trepando por árboles y, en suma, disfrutando de su retiro y el bosque en el que ha establecido su hogar cuando, sin previo aviso, su antiguo superior, el General Burkin, le reclama para un último trabajo. Sí, ya. Como las cinco veces anteriores. “No pienso hacerlo, Burkin. Retira a tus agentes”. “Harding, si no aceptas por las buenas, tendremos que hacerlo por las malas”.

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