Hay una situación a la que se enfrentan las sagas muy longevas que es difícil de solucionar: mantenerlo todo exactamente como estaba siempre y conservar la esencia que los fans recuerdan con nostalgia, o tirarlo todo por la ventana y tratar de buscar nuevas perspectivas que traigan aire fresco a la fórmula ya conocida. Por una vez – la primera en muchos años – me alegra que una saga tan conservadora como Pokémon se haya decidido por la segunda opción.
Leyendas Pokémon: Arceus es una reimaginación de la premisa central a la franquicia, es decir, la de atrapar criaturas, hacernos más fuertes y enfrentarnos a enemigos poderosos, pero más enfocada a la acción y a la recolección que cualquiera de las entregas anteriores. No es que se hayan abandonado por completo los matices de los juegos de rol que suelen estar presentes en sus títulos, pero sí se apuesta por una dinámica bastante diferente. La ambientación es uno de los puntos más llamativos del juego: en lugar de ser una historia contemporánea, nos encontramos en un punto de la historia de este universo nunca visto antes. La Sinnoh de Leyendas Pokémon está inspirada en la época de la Restauración Meiji de Japón, alrededor del siglo XIX, y nos presenta un mundo en el que la consabida amistad y colaboración entre humanos y Pokémon todavía no está establecida. Los Pokémon, de hecho, les dan a los ciudadanos en un principio bastante miedo, siendo criaturas misteriosas y amenazantes con las que todavía no están acostumbrados a convivir. En esta tesitura, seguramente el salto más grande lo notaremos a nivel estructural: ya no somos un chaval de diez años que recibe su primer Pokémon y trata de convertirse en el nuevo campeón de la Liga Pokémon. En esta ocasión nuestro personaje, que reside en Villa Jubileo, se une a un Equipo Galaxia que poco tiene que ver con el que conocimos en Pokémon Diamante y Perla. En este caso, es una organización razonablemente benévola que busca completar la primera Pokédex de toda la historia, con el objetivo de conocer mejor a estas criaturas y facilitar la coexistencia con los humanos.