Análisis de Lost Ember

En los últimos años la exploración de escenarios parece haber ganado valor por sí misma, sin necesidad de estar atada a otros elementos como el combate para ser válida. Hay juegos que funcionan por la satisfacción que genera descubrir nuevos horizontes, alcanzar lugares inaccesibles o encontrar un pequeño rincón que mucha gente pasará de largo. El título que nos ocupa parecía tener claro el interés que generan este tipo de propuestas, pero no se ha atrevido a llevarlo hasta sus últimas consecuencias.

Lost Ember está protagonizado por una loba que despierta junto a un espíritu que es incapaz de recordar quién era en vida, pero que identifica a la loba como la reencarnación de una persona fallecida. Juntos recorrerán parajes abandonados reconstruyendo la historia de la civilización Yanrana, que habitó en el pasado estas tierras, y completando por el camino sus propias historias en busca de un camino al más allá.

El argumento es sencillo y funcionaría genial como excusa para lanzarnos a la aventura, pero el juego insiste en parar una y otra vez la acción para tratar de darle empaque a la historia mediante flashbacks, y la trama es tan predecible que en la primera hora ya se adivina el giro final. Quizá la cosa mejoraría si la interpretación del espíritu que nos acompaña no fuese tan plana y tuviese unas líneas de diálogo tan numerosas como aburridas.

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