Análisis de Sable – Un viaje de autodescubrimiento por el desierto

Encaramada a una gigantesca roca que ha costado casi una hora trepar, Sable consigue hablar al fin con uno de los cartógrafos. Pese al gran esfuerzo que requiere encontrarlos, cada uno de estos viajeros en globo que se dedican a mapear los desiertos se caracterizan por un total desapego hacia los seres humanos. La mayoría ignora a Sable de una forma casi inconsciente; no es que sean malintencionados, sencillamente su cabeza está en las alturas y, acostumbrados a una soledad absoluta, parece que nuestra presencia tiene la misma importancia que para nosotros la trayectoria de una fila de hormigas sobre la arena.

La primera vez que encontré a uno de estos personajes pensé que eran unos maleducados, pero tras varias horas en el mundo del juego empecé a comprenderlos mejor. Cuando Sable comienza su ceremonia de Gliding, que marcará la entrada en la adultez, se abre ante nosotros un mundo desértico en el que podemos escoger hacia dónde ir… y de alguna manera casi siempre terminaba huyendo de los poblados. Recorrer los bellos y casi vacíos parajes en busca de hitos que escalar, con apenas unas ligeras notas de música como acompañamiento, se convirtió pronto en mi actividad favorita del juego. El resto era ruido en ese viaje en busca de las cumbres más altas que alcanzar.

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