Análisis de The Callisto Protocol – Tenso, divertido, difícil y quizás un pelín frustrante

Hay un pedazo concreto de conocimiento popular que dicta que podemos saber las fortalezas – y los defectos – de un título de disparos si nos fijamos en su escopeta. Las escopetas, armas con las que los jugadores llevamos obsesionados prácticamente desde que los primeros desarrolladores aprendieron a implementar pistolas en los videojuegos, pueden llegar a ser extremadamente polarizantes: necesitan ser contundentes, pesadas pero no frustrantes, y no tan potentes como para romper el ritmo y el progreso de los niveles, pero sí lo suficiente como para hacernos sentir todopoderosos cuando las empuñamos. A pesar de que nunca me veréis hacer de menos, digamos, la Striker de Resident Evil 4 o la Super Shotgun de Doom, quizás es hora de plantear que, después de muchos años de veneración alrededor de las armas de gran calibre, casi todos los videojuegos que llegan a nuestras manos han aprendido a resolverlas de manera, al menos, competente. Por eso, quizás, me gustaría postular una cosa que llevo pensando en secreto un montón de tiempo, y que os confieso por primera vez ahora mismo: quizás la jugabilidad de los shooters clásicos pueda medirse a través de sus escopetas, pero la jugabilidad de los shooters contemporáneos bien podría medirse a través de su combate cuerpo a cuerpo.

Entiendo que es controvertido afirmar que los puñetazos, patadas y ejecuciones varias pueden definir el gameplay de títulos que en principio se centran, bueno: en disparar. Pero, en cierta medida, un navajazo puede llegar a ser, en realidad, parte intrínseca del disparo. Implican una jugabilidad planteada para ejecutarse a varios niveles, en las distancias largas pero también en las cortas; una en la que jugamos con el espacio, con el posicionamiento, con el control de masas de los enemigos a los que eliminamos en función de su relación con el mapa. Sobre todo, creo que la clave es que un buen gancho de derecha es la guinda perfecta a un combate tenso, desesperado: cuando la munición falla, cuando los cargadores se atascan o no tenemos espacio para maniobrar entre nuestro inventario, la cosa desemboca en un enfrentamiento uno a uno entre nosotros y el enemigo. Salir airosos de una de esas es, la verdad, una de las sensaciones más adrenalínicas que puede llegar a ofrecer el medio.

Llevo meses obsesionada con la manera en la que The Callisto Protocol entiende a esto a la perfección. En concreto, desde que pude probar su primera demo el pasado octubre.

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