Análisis de Vampire the Masquerade: Shadows of New York – Una visual novel sobre vampiros que es una delicia de leer

Al final, todas las historias de vampiros son historias de seres humanos. Entre los monstruos, son los que más desesperadamente se aferran al mundo que dejaron atrás, incluso hasta el punto de replicar sus estructuras. Ya sean distinguidos nobles, entes revolucionarios o simplemente lánguidos individuos que viven en soledad, los vampiros siempre acaban replicando las estructuras y comportamientos humanos, porque, de hecho, no son nada más que eso. Humanos no-muertos, que se alimentan de la sangre de otros humanos, intentando encontrar algo, lo que sea, que de un sentido a sus vidas, por frágil, absurdo o sin sentido que este sea.

Esto es algo que Vampire: The Masquerade – Shadows of New York comprende a la perfección. A diferencia de su anterior entrega, Coteries of New York, esta entiende que ser un vampiro no es solo jugar al ajedrez en cuatro dimensiones contra otros entes inmortales: también es todas las mentiras que se dice uno por el camino para no acabar perdiendo la cabeza.

Para quien no lo sepa, Shadows of New York es la segunda entrega de una saga de juegos que empezó con Coteries of New York, ambos siguiendo los códigos propios de la visual novel y parte de la franquicia Vampiro: La Mascarada, un juego de rol de mesa cuya primera edición data de 1991, parte de un universo mayor llamado Mundo de Tinieblas, que de un tiempo a esta parte está empezando a extenderse con más fuerza por varios medios, incluido el videojuego, con títulos como el que nos ocupa, además de otros por llegar, tanto dentro de la línea de Vampiro, en el caso de Bloodlines 2 y Swansong, o en las líneas de otras criaturas sobrenaturales del Mundo de Tinieblas como los hombres lobo, Werewolf: The Apocalypse – Heart of the Forest y Werewolf: The Apocalypse – Earthblood, o los espíritus, Wraith: The Oblivion – Afterlife.

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