Que la filosofía de la nueva consola de Nintendo es “si algo no está roto, no lo toques” es algo que ya nos quedó razonablemente claro desde su presentación oficial el pasado mes de abril. Y, después de pasar una semana con ella, la verdad es que esa sensación de continuismo se ha consolidado por completo. Los esfuerzos de la compañía japonesa por hacer esta máquina, y la experiencia de transición de su predecesora a ella lo más simple y lo más directa posible será un aliciente potente para quienes estuviesen contentos con la mayoría de lo que ofrecía el hardware, pero también dejan algunas pequeñas fricciones.