Battlefield 2042 no tiene campaña, pero sí una historia y un mundo complejo detrás

Una de las grandes sorpresas de Battlefield 2042 (o no, si consideramos la tradición de la franquicia y la prioridad de sus jugadores) es la ausencia de un modo campaña con su correspondiente historia. DICE ha decidido redoblar sus esfuerzos en el multijugador, apostando además por el revolucionario modo Battlefield Portal, pero eso también ha generado algunas dudas. La más importante, claro, es si ahora el juego va a ser simplemente un gran patio para pegar tiros y hacer saltar el escenario por los aires, sin un nexo narrativo detrás que de cohesión a la acción y a la evolución de las temporadas.

La respuesta, como cabía esperar, es que no. En vez de desarrollar su trama a través de una campaña lineal, el plan de Electronic Arts y DICE es dar un trasfondo narrativo a través del juego – con los personajes y los escenarios – y otros medios, evolucionando a lo largo del tiempo como un servicio en vivo. Lars Gustavsson, el director creativo del estudio sueco, nos explicaba ayer que sigue siendo importante para ellos dar un contexto a la acción, y que este nuevo formato y ambientación les ha dado «la libertad para crear una experiencia jugable inigualable, como nunca antes se ha visto en la franquicia».

Eric Holmes, el director de mundo, añadía que la ambientación es «lo suficientemente cercana como para que creas que está a tu alcance, pero lo suficientemente lejana como para permitirnos introducir cambios profundos y que pienses que lo que hay en ella es posible». ¿Y cuál es esa ambientación? Battlefield 2042 parte de la premisa – muy acorde con las preocupaciones actuales – de que el planeta Tierra comienza a sufrir en 2031 grandes desastres naturales a raíz del cambio climático, con la aparición de los primeros huracanes de categoría 6, la subida del nivel del mar, la escasez de alimentos y combustible y el hundimiento de los gobiernos. En 2037 esa situación se estabiliza ligeramente gracias a una revolución energética, pero esa recuperación se va al traste solo tres años más tarde, en 2040, cuando una tormenta de escombros espaciales genera un efecto Kessler que termina con la destrucción de más del setenta por ciento de los satélites en órbita. El resultado es un mundo sin internet, sin previsión meteorológica, sin navegación y sin vigilancia. El caldo de cultivo perfecto para que, en 2042, estalle la guerra entre Estados Unidos y Rusia, un conflicto global que marcará el destino de toda la humanidad.

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