Volviendo a Sleeping Dogs

Todos los idiomas tienen proverbios, frases hechas, expresiones compartidas. En el inglés, una de estas expresiones es «let sleeping dogs lie». Si la tradujéramos literalmente, podríamos decir «deja yacer a los perros dormidos»; si la tradujéramos intentando captar su sentido ulterior, sería algo así como «no te inmiscuyas en asuntos que se consideran zanjados»; si lo tradujéramos haciendo uso de nuestras propias expresiones, entonces tendríamos que decir «remover la mierda no trae nada bueno».

Sleeping Dogs, juego desarrollado por United Front Games y publicado por Square Enix en 2012, debe su nombre a esta expresión inglesa. Su historia es la de Wei Shen, un policía encubierto que debe infiltrarse en una triada, un sindicato criminal de origen chino, conocida como Yun On Yee. Para eso tendrá que volver a Hong Kong, donde nació y se crió, tras pasar toda su vida adulta en Estados Unidos, teniendo que confrontar así su peculiar dicotomía de expatriado/inmigrante: se considera americano, pero su origen está en Hong Kong; su deber es para con la policía y la justicia, pero al infiltrarse en las triadas encontrará que estos criminales tienen unos lazos personales que les convierten en una familia más que en una organización de personas unidas por cobrar un sueldo.

Cuando lo pensamos, esto tiene sentido. Las organizaciones criminales, debido a sus actividades, no atraen a gente con fidelidad al proyecto, pero requieren una fidelidad extrema al mismo; cualquier filtración de información, cualquier duda o ruptura de la cohesión del grupo, puede demostrarse fatal. Esto ocurre también con otras organizaciones paramilitares, como la policía o el ejército, y en el caso de todas ellas consiguen esa fidelidad del mismo modo: inculcando en sus miembros el sentimiento de ser agentes de una causa mayor. En el caso del ejercito, la defensa y le amor por su país. En el caso de la policía, la justicia y el ser el brazo armado del estado. ¿Y en el caso de las organizaciones criminales? Cambia en cada una de ellas, pero especialmente en las asiáticas, tanto en la yakuza como en las triadas, siempre hay una idea en común: son una gran familia.

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