Allá donde fuiste feliz no deberías volver. Ignoro de quien es la cita, pero desde luego, o al menos en mi caso, la vida se ha empeñado en darla por cierta una y otra vez. La nostalgia nunca ha sido buena consejera, y empeñarse en revivir los momentos que recordamos con más cariño suele resultar en fracasos monumentales. Sucede incluso que esos fracasos pueden llegar a deslucir el propio recuerdo, porque la magia siempre es producto de un conjunto de casualidades imposibles de reproducir: aquellas vacaciones, aquel ligue de verano, aquel viaje de pirados rumbo a Portugal en una furgoneta alquilada fueron especiales porque los planetas se alinearon de cierto modo, y esas cosas no se repiten. Veréis, lo que quiero decir con esto es que crecer implica aceptar que algunas cosas solo las vas a vivir una vez, y que por eso yo no quería analizar este Director’s Cut.
Y no quería hacerlo por los mismos motivos por los que nunca he rejugado Journey; porque son juegos especiales, anomalías, viajes tan intensos y tan llenos de significado que se han ganado al menos ser un recuerdo imborrable y eterno. Porque allá donde fuiste feliz no deberías volver. Pero volví, a regañadientes y ciertamente asustado de que esta vez no fuera lo mismo. De que ese bulto extraño que le había salido a uno de los juegos de mi vida me lo estropeara, y de descubrir, con la cabeza serena y la perspectiva que da una segunda vuelta, que me había equivocado y que en efecto solo era un aburridísimo simulador de carteros. Ya os adelanto que no sucedió: si algo tengo que agradecerle a esta versión revisada es volver a emocionarme, y hacerme redescubrir Death Stranding no solo como la pieza única que sigo creyendo que es, sino como el apabullante generador de situaciones y el juego divertidísimo que pocos quisieron reconocerle al amigo Hideo. Con Death Stranding todo está bien, pero desgraciadamente de su Director’s Cut, entendido como el contenido extra que justifica el subtítulo y la etiqueta del precio, no puedo decir lo mismo.
Por eso me centraré en él, porque con el juego base las posiciones están bien claras y todos damos la lección por sabida: una dirección de arte espectacular, una narrativa confusa pero brillante, el camino como protagonista y no como trámite, el simbolismo, los sentimientos, la vida, la muerte, nos entendemos. Aún así creo que es importante establecer otra separación: están Death Stranding y Death Stranding Director’s Cut, y están quienes se aproximen a esta revisión por primera vez y quienes habiendo completado el juego lleguen atraídos por las catapultas, los droides autónomos y por esa misteriosa fábrica abandonada que promete ahondar en los acontecimientos. Nada de esto es mentira, y de hecho el mero poderío técnico de este parche nextgen camuflado justifica de sobras que los novatos elijan esta versión. Ojalá yo mismo hubiera llegado de nuevas.