Resulta prácticamente un mecanismo de defensa mirar a las expansiones con cierto recelo. Si generalizamos, la industria del videojuego nos ha acostumbrado a que la gran mayoría de estos contenidos complementarios parezcan diseñados simplemente para sacarnos todavía más dinero, con fragmentos que bien podrían haber estado de partida en el juego base sin ningún problema. Pero también hay excepciones, y Guerrilla ya demostró que es de fiar con aquel The Frozen Wilds para el primer Horizon. Ahora, con Forbidden West, pasamos del hielo al fuego en un fantástico DLC que sirve para perfeccionar el presente de la franquicia y para seguir ampliando las bases de un futuro ilusionante.
Es cierto que no se puede pedir un cambio demasiado drástico al engranaje de la maquinaria de Guerrilla, más que nada porque no lo necesita. La firma neerlandesa ha encontrado su lugar con una licencia que aunque para algunos se podría decir que no es excepcional en ningún aspecto, no baja del notable alto en todos sus apartados, convirtiendo la saga en una experiencia tan solvente como divertida. Horizon nos presenta una distopía que abraza la ciencia ficción por medio de ambiciosa tecnología futurista que, si bien se concebía como un avance que nos haría la vida más fácil, provocó que la humanidad tuviera que volver a vivir segmentada en tribus. Es una sutil y profunda crítica social al clasismo y al egoísmo actual de los más poderosos y lo cierto es que viendo cómo multimillonarios con ínfulas manejan su poder y su dinero, el apocalíptico futuro que presenta el universo Horizon no parece tan descabellado.
Todo esto se desarrolla bajo un ente muy marcado como es el de Aloy, cuyo carisma la ha catapultado ya como uno de los personajes más valiosos de la marca PlayStation en los últimos años. Si bien la mecánica propia del concepto de mundo abierto del juego puede hacernos pensar que simplemente es una recadera que se disfraza de heroína con todo tipo de artilugios para acabar con las máquinas, la profundidad narrativa que ya vimos en Forbidden West, incluso en las misiones secundarias, hace cambiar de idea rápidamente a aquellos que pudieran tener dudas. Pese a que Burning Shores comienza con una nueva tarea que nos encarga Sylens (interpretado por el recientemente fallecido Lance Reddick), no tardamos en darnos cuenta de que solo se trata de una excusa para visitar una nueva región, esta vez inspirada en lo que otrora fuera Los Angeles, y combatir contra unas cuantas máquinas. Pero lo que de verdad importa es que aquí vamos a descubrir a la Aloy más humana y sensible hasta la fecha.