Análisis de Monster Hunter Rise: Sunbreak – La entrega más accesible, ahora todavía más redonda

Solo un año y unos pocos meses después de su lanzamiento, un juego con demasiado contenido como para que la mayoría de los jugadores adultos puedan afrontarlo sin sufrir ansiedad lanza una expansión que, efectivamente, dobla las posibilidades y las horas que podemos pasar sumergidos en él. La mera existencia de Monster Hunter Rise: Sunbreak, un DLC gargantuesco que añade un puñado de nuevos enemigos, misiones, localizaciones y mecánicas al juego base, nos dice, la verdad, casi todo lo que necesitamos saber sobre el título y su público, sobre el fenómeno que es y seguirá siendo la saga.

Hay algunos detalles sobre Monster Hunter Rise, sin embargo, que son difíciles de percibir hasta que no tenemos el juego entre las manos. No podría describiros esa manera en la que cada monstruo tiene su propia entidad y, al enfrentarlos en combate – no importa si es uno contra uno o si nos acompañan un puñado de amigos – nos sentimos en medio de una pelea entre iguales. La mezcla de terror y respeto a través de la que jamás dejas de pensar que quizás esta vez, esta en concreto, terminará por superarte ese bicho al que has derrotado decenas de veces. Si en otros RPG nos olvidamos del cervatillo, jabalí o mamífero que sea una vez hemos obtenido ese material que nos faltaba para construir un arco o unas hombreras, aquí las piezas de armadura se sufren, se lloran, y se visten con orgullo: más allá de puntos de estadística y afinidad, una espada o unos brazales pueden ser nuestra historia y también nuestras cicatrices, y escogerlas con cuidado es una de las partes más importantes de la experiencia.

No os estoy diciendo nada nuevo, claro, a quienes llevéis más de una década inmersos en la saga de Capcom, desde su primera entrega en PlayStation 2 (2004) hasta las muy veneradas secuelas y versiones de PSP, Wii o Nintendo 3DS. Pero es que una de las características de este Monster Hunter Rise ha sido, precisamente, ofrecer una experiencia más accesible que sirva como puerta de entrada a la ya longeva saga. Un juego que, si bien destaca positivamente en lo técnico, también aporta más sencillez estructural respecto al anterior Monster Hunter: World.

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