Análisis de Oddworld: Soulstorm – La variedad de mecánicas y situaciones no salvan a un juego que luce muy bien pero se juega regular

Los videojuegos tienen una relación muy tortuosa con ciertos temas, y los problemas derivados de esa relación no hacen más que acrecentarse conforme los valores de producción de cada obra aumentan. Los títulos millonarios se manejan sin problemas en torno a temas establecidos, pero perciben como obstáculos insalvables ciertos posicionamientos políticos. Sin embargo, la ficción, bien manejada, puede convertirse en un arma muy poderosa que es capaz de trazar analogías más que evidentes mientras deja, como dice el dicho, los nombres actuales para las nóminas. Miles de años en el futuro, un mundo paralelo o una galaxia muy, muy lejana pueden ser los receptáculos de estructuras que contengan esos mismos problemas que nos asaltan a día de hoy y, por tanto, una igual cantidad de críticas y vitriolo para combatirlos. Abe, su Odisea y todo el mundo que rodea a ambos tienen mucho de eso y es, quizá, uno de los aspectos más llamativos de este Oddworld: Soulstorm.

Un título desarrollado por el estudio que creó y desarrolló la franquicia, Oddworld Inhabitants, y que cumple una doble función: por un lado, Oddworld: Soulstorm es una reimaginación del ya lejano Abe´s Exoddus (1998) y, por otro, se sitúa como continuación de New ‘N’ Tasty, título que vio la luz en 2014. Y, como es lógico, este Soulstorm abre fuego pocas horas tras los acontecimientos sucedidos en su antecesor, con Abe y los suyos disfrutando de un merecido descanso tras escapar de las instalaciones de RuptureFarms. Como era de esperar, los prebostes Glukkon no iban a dejar estar así las cosas, con lo que Abe tendrá que escapar del bombardeo enemigo, salvar a los suyos y, además, buscar la localización de El Guardián, un encargo que un Mudokon moribundo le transfiere con sus últimos estertores junto a un enigmático colgante y un mapa. Por si todo esto fuera poco, los Mudokons están cayendo presa de una desconocida enfermedad y Abe, a duras penas, tendrá que ingeniárselas para salvarlos. Pobre Abe, no gana para disgustos.

El apartado artístico de Oddworld: Soulstorm sí es, por el contrario, motivo suficiente como para alabar el gusto de Oddworld Inhabitants. Desarrollado con el motor Unity, Soulstorm es un título que cuenta con un acabado visual a todas luces incontestable. Tanto el diseño de los habitantes de este Oddworld como el de sus ambientaciones y escenarios está cuidado al extremo para que transmitir una serie de ideas muy concretas; tonalidades marrones y desérticas dominan con puño cimmerio los exteriores mientras se combinan con una paleta de colores apagada para que percibamos la condenación que levita sobre el mundo de Oddworld y, de este modo, cuando las pinceladas de color aparecen, su fuerza se incrementa y la guía que proporcionan al jugador es aún más acusada. Y ni siquiera he entrado a valorar la expresividad de Abe o sus fantásticas animaciones, la vestimenta corporativa de los Glukkon o los atuendos de inspiración totalitaria de los Slig. Todos estos elementos dan como resultado una ambientación fascinante y que está ejecutada con pulso firme e ideas claras. Mención aparte merecen, por hilarantes, los comentarios de Abe, las fantásticas voces que acompañan a todos y cada uno de los personajes o los potentes efectos sonoros, que redondean un apartado artístico prácticamente redondo… al que sólo cabe afearle el medidor de alerta de los guardias, elemento del HUD que está completamente fuera de lugar por tener un acabado tosco en un juego que, por lo demás, se expresa en términos visuales de forma impecable.

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