Análisis de PlayStation 5 – Así es la nueva generación de Sony

Lo primero que queda claro nada más sacar PlayStation 5 de su embalaje es que la consola intenta ofrecer algo nuevo. Es una sensación que más tarde certificará su interfaz limpia, elegante y con un punto minimalista, o todas esas tecnologías de vanguardia que vienen dispuestas a cambiar la manera en la que jugamos, pero ni siquiera es necesario encender la unidad para entender que lo que Sony ha planteado aquí es, sobre todo, un desafío. Un órdago a nuestras expectativas, al diseño de la mayoría de muebles para televisores de cierta cadena sueca y sobre todo a esa ley no escrita que desde hace unos años parecía dictar que las consolas deben avergonzarse de serlo. Que deberían mimetizarse con el ambiente, llamar la atención lo mínimo y prepararse para ese asalto al salón con el que llevan años bombardeándonos pidiendo perdón por no parecerse a un reproductor de Blu-rays.

Sabedora de una posición de predominancia en el mercado que le permite ciertas frivolidades, y quizá borracha de poder por los mismos motivos, la multinacional japonesa ha tirado todo eso por la ventana y lo ha sustituido por una imponente torre blanca que destila futurismo por los cuatro costados y corona nuestro salón con una V de la victoria, y aunque es un diseño al que todavía costará acostumbrarse, lo segundo que llama la atención es lo poquito que dura esa novedad. Y no me gustaría que se me malinterprete aquí, porque lo digo en el mejor de los sentidos posibles: PlayStation 5 vende rupturismo y revolución, pero se convierte muy pronto en costumbre. O mejor dicho, en algo que hace extremadamente difícil pensar en volver atrás.

De hacerlo, lo que menos echaríamos de menos es precisamente su diseño y sus dimensiones, quizá no tan excesivas como pudiera parecer en las fotos pero sin duda demasiado aparatosas para encajar sin problemas bajo la tele o en un escritorio promedio. Por dar unos cuantos números hablamos de unas medidas de 39 x 10.4 x 26 cm, lo que en el mundo real suele traducirse en librar por los pelos en ese hueco que le reservabas desde hace tiempo, algo que además parecen desaconsejar las considerablemente amplias aperturas que rodean todo el contorno de una consola que claramente necesita una ventilación abundante. Afortunadamente la máquina ofrece alternativas en este sentido, encarnadas en ambos casos en una peana de plástico que garantiza la estabilidad en posición vertical y aporta un punto de apoyo balanceado y firme en una configuración tumbada que a mi juicio no debería necesitar semejante engorro. Es, supongo, el precio a pagar por sus superficies curvilíneas e irregulares, aunque afortunadamente el proceso de instalación de la pieza no conlleva más que un tornillo y treinta segundos.

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