Análisis de Tunic – Una aventura que se transforma a través de los secretos

De todas las polémicas artificiales generadas alrededor de Elden Ring, creo que la que más me molestó fue cuando cierta gente se lanzó encima del periodista Jason Schreier por sugerir que era buena idea jugarlo con una libreta al lado. Tengo cierta debilidad por los juegos invitan a pasar ideas al papel, ya sea dibujando mapas o conectando pistas a gran escala; durante una época me llevaba puzles de The Witness dibujados en una libreta para resolverlos en el metro. No es algo que sirva para todos los títulos, pero en buenas manos permite ampliar sus dimensiones más allá de la propia pantalla y dejar no solo un poso único, sino un testimonio tangible de cómo se desarrolló el proceso de descubrimiento del juego.

Tunic comienza cuando un zorro ataviado con un traje verde reminiscente al de Link se despierta en una playa. Sin armas ni direcciones, pronto encontraremos una imponente puerta dorada que nos llevará a un lugar en otro plano donde alguien nos pide ayuda, atrapada en una cárcel poliédrica. Al volver a nuestro mundo encontraremos que la puerta está «cerrada para siempre» y será nuestra tarea encontrar una solución para abrirla.

Leer más…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *