A Xenoblade Chronicles X le tengo un cariño especial. Quizás sea porque es la entrega más enfocada en la ciencia-ficción dentro de una saga que, sorprendentemente, me resulta bastante apasionante, o quizás sea por ese halo a underdog que le ha acompañado durante todos estos años, como si fuese la oveja negra dentro de la franquicia de Monolith Soft cuando, en realidad, es un JRPG de lo más disfrutón si estás dispuesto a invertir tiempo en comprender sus muchos sistemas y peculiariades. El caso es que, para muchos jugadores, siempre ha sido un título algo esquivo al haberse publicado en la plataforma de sobremesa menos popular de Nintendo.