
Siempre hay un pequeño riesgo asociado a los juegos que se hacen populares a través de redes sociales, o que tienen mucho impacto estético: que se queden solo en eso, en la premisa llamativa, y no tengan intención de ir más allá. No es que esté en contra de hacer juegos basados en ideas graciosas y ya está, pero sí me he encontrado algún que otro sinsabor en este sentido. Juegos con apartados artísticos o conceptos muy evocadores que no se desarrollan y dan lugar a una experiencia pasable o mediocre. Así, empecé a jugar Unpacking con un poco de sospecha: ¿habría algo más aquí que un dulce y adorable título de desempaquetar cajitas?
Me alegro mucho de no haberme dejado llevar por el prejuicio porque, la verdad, cualquier atisbo de que Unpacking fuese una gracieta más que un juego interesante se esfumó por completo en el primer contacto. En el juego interpretamos a un personaje que jamás vemos, y que tampoco dice ni una sola palabra. Lo único que sabemos de él lo obtenemos a través de sus objetos. El primer nivel nos insta a desempaquetar las cajas de una mudanza e ir convirtiendo la habitación vacía de un niño o una niña en un lugar habitable. Aprendemos de él que le gusta el fútbol, que guarda un diario, que disfruta dibujando o cuáles son sus peluches favoritos. Cada elemento que sacamos de las cajas es un pequeño recuerdo que nosotros perfilamos con nuestras propias ideas.