«Una remasterización exhaustiva de Saints Row: The Third». Mi primera reacción ante el anuncio, si os soy sincero, fue de bastante asombro. Es algo en lo que nunca habría pensado. Y dudo que nadie lo hubiese hecho, sinceramente. Pero estamos en 2020, el año en el que todo es posible y ya nada es extraño.
Quizás por ello, incluso antes de ver el resultado en movimiento (spoiler: luce estupendamente bien) o de que los desarrolladores me detallasen por videoconferencia la enorme cantidad de cambios y mejoras que incluye Saints Row: The Third Remastered, me interesó mucho más la respuesta a una pregunta muy concreta. «¿Por qué?». Y la respuesta, de forma irónica, es casi tan simple y efectiva como el humor del que hacía gala el juego de Volition cuando se estrenó hace nueve años: porque creen que es el mejor Saints Row y el que tiene más seguidores. Una razón concisa y directa, sin florituras. Como el propio The Third, si te paras a pensarlo fríamente durante unos segundos.
Y en el fondo tiene bastante sentido: Saints Row 3, creo, es el punto álgido de la franquicia, el momento en el que Volition consiguió algo con una personalidad propia sin que los excesos se les fuesen de las manos. Porque las dos primeras entregas, aun siendo competentes, no dejaban de ser un San Andreas de segunda, y la cuarta elevaba el histrionismo hasta límites insospechados para acabar resultando demasiado excesivo. Es la tercera entrega de la saga la que mezcla con mayor acierto todos los ingredientes y consigue representar mejor esa visión de un videojuego sin complejos con gamberros aires de punk (pero del punk adolescente, soez y macarra de Blink-182, no del de The Exploited), cuyo único objetivo – el cual, todo sea dicho de paso, cumple con creces – es resultar entretenido. Una bendita chifladura que algunos recordamos con bastante cariño, y que quizás sea más interesante recuperar de lo que puede parecer a simple vista.
